¿Qué se siente?, ¿por qué todos lo recomiendan?, ¿tú te duermes también o levitas?
Te voy a contar lo que se siente con la meditación desde mi experiencia, y luego ya me dices si te pasa igual. 😉
¿Qué te empuja a querer meditar?
Yo aprendí a los catorce años, me gustaban mucho los libros de autoayuda, porque de repente para mí fue importante hacerse preguntas sobre Dios o lo que significa. “¿por qué en Occidente se llama Dios, que ni siquiera es un nombre… y un poco más al Este se llama Alá?”, “¿Quién fue Buda, fue Jesucristo pero con otro nombre, o hubo más de un Mesías?”, “¿Existe la magia pagana?, porque si existe, se parece tremendamente a la religión Taoísta.”
Me di cuenta de que el mismo concepto o esencia se encontraba distribuido por distintos puntos del planeta, que básicamente se trataba de lo mismo: Fuerzas invisibles y poderosas que protegían y frecuentaban el mundo de los vivos.
Pero lo más importante, fue ver con esos libros, que mi vida no dependía tanto de esas fuerzas, como la historia bien remarca, si no de mí misma. Es ese concepto de «Dios habita en mí».
Lo percibes cuando no necesitas ir a la Iglesia para sentir protección celestial, cuando te dejas guiar por lo que dicta tu corazón e intuición, y sin embargo no importa si no has construido un altar en tu casa. Aunque debo mencionar que, si lo haces, la fuerza de esa intención multiplica los resultados. Por eso es bueno encender una vela y repetir en tu mente lo que deseas, hacer meditación cada día y hacer rituales de cuidado a tu cuerpo.
Todos esos mimos a tu cuerpo y tu ser elevan tu frecuencia energética, que para que nos entendamos, es como cargar las pilas. Y las pilas son tus emociones positivas, el cuerpo activo y sin depresiones que te hagan sentir alicaído o preocupado.
Porque todos tenemos “problemas”, una vida, con sus retos y dificultades. La gravedad de esos asuntos o la frecuencia con la que se repiten está ligado a tu evolución personal. Te guste o no.
La cuestión es que no siempre tenemos la amplitud de miras como para percibir dónde está el fallo, meditar ayuda.
Dejarse de excusas y hacerlo, ¿Cómo empezar?
Lo dicho, a veces cuesta, pero sólo hay que hacerlo. No es algo que tengas que relacionar con gente elevada, ni algo técnicamente difícil.
A veces pasa que lo dejamos a un lado sin ver que hay consecuencias, y mi forma de verlo es como ponerse a fregar platos. Lo suelo ir dejando y cuantos más platos sucios veo, menos quiero hacerme cargo… por muy evidente que sea la necesidad. ¿Qué pasa entonces?, que huelen, y te tocará comer con las manos o pedir ayuda (terapia).
Así que solo hay que ponerse, y si cuesta hay que mirar de hacerlo ameno, como lo de ponerse música, dejarlos en remojo un rato… a la hora de meditar es lo mismo, pero te pones incienso, cojines cómodos y música también, por supuesto. – Siguiendo con la metáfora – una vez tienes las manos llenas de jabón, no queda otra que acabar lo empezado.
Te enfocas en un punto y cuentas hasta 100, o las respiraciones, imaginas colores, un baño de luz o lo que quieras, para mandar por saco los miles de pensamientos automáticos que tu mente lanza como loca.
La idea es ser consciente del AHORA, ¡que tienes dedos, cara, espalda, piernas!, tienes la capacidad de oler, ver, oír y puedes sentir cosas con todo tu cuerpo y tu mente. ESTÁS VI-V@.
Tu tienes el manejo de todo lo que depende de ti y de ti depende que sepas o no hacerlo. De lo que no, respire, fluye y deja que se pase, porque lo mejor que puedes hacer es disfrutar de lo que tienes, del amor que te rodea, del tiempo que estas aquí para vivirlo.
Parece o suena, que no puedes hacer mucho, pero es mucho si te das cuenta de que la mayor parte del tiempo la pasas pensando en lo que vendrá o no vendrá, pendientes del tiempo que no estamos viviendo y enfadados o esperanzados con la incertidumbre, una condición humana la del control.
Te recomiendo:
Es simple y es complicado. Es poco aunque parezca mucho, y da mucho aunque no parezca nada.
Así que:
1. Coge aire
2. Retenlo esos segundos de vida que puedes disfrutar ahora
3. Suéltalo y déjalo ir…
Lo que se siente con la meditación
Cuando te duele un músculo, la cabeza, un diente… sientes esa parte de tu cuerpo mayor focalizado que otros. Está llamando tu atención, y a ti no te cuesta dárselo, es casi automático y algo más estimulante tiene que llamar tu atención para no percibirlo.
Cuando estás ensimismado en tus pensamientos, ¿Verdad que el tiempo pasa volando?, apenas te has dado cuenta de que se te estaba durmiendo el pie, o que te estabas sujetando mal y te ha quedado marca en la piel de tu peso clavándose sobre ese objeto mal puesto.
A veces llegas a volar tanto con tus pensamientos, que te entra melancolía, o te sientes feliz, te has dejado llevar…
Cuando meditas, puede pasarte igual. Aunque es diferente, cuando hablan de tu maestro interior, hablan, y puedo decirlo desde la propia experiencia, que te encuentras con una parte de ti que solo sale a la luz sin darnos cuenta, en contadas ocasiones, como lo hacen los reflejos de nuestro cuerpo cuando hacen falta, o como cuando inesperadamente recordamos algo.
Pero cuando queremos recurrir a esa parte interna nuestra, es maravillosa la sensación que da.
Notas que es una parte profunda de ti, de repente sientes confianza, tranquilidad, y no es autoimpuesta, la sientes de verdad, sientes que ese momento de plenitud en el que estás pensando únicamente en respirar, escuchar con atención los sonidos que te envuelven, es todo lo que hay. Como si lo demás fueran solo circunstancias que no te afectan tanto verdaderamente, como sueles creer. Que todo pasa, que todo va a salir bien.
El tiempo cobra un sentido relativo, eres consciente de que no tiene una medida calculable, porque si llegas a un punto de profundidad tal, que comienzas a sentir cosquilleos en todos los poros de tu piel, como si flotaras, y te haces preguntas, las cuales llegan a ti como si ya las supieras de antemano… sabes que lo que tiene que llegar, llegará pronto, en un tiempo, ya mismo, está al caer… el tiempo siempre estuvo, está y estará, como el espacio…
El espacio lo calculamos en base a un referente, ¿cierto? Sabemos si es lejos o cerca teniendo en cuenta un punto de partida. Con El Tiempo es lo mimo, nosotros nos guiamos por un reloj, el reloj se basa en la luz que procede del sol, pero realmente, cinco minutos antes o después no es la misma hora en cualquier punto del planeta. Así que, cuando te preguntas, “¿cuándo tendré noticias de mi padre?”, y escuchas “pronto”, ten fe en que así será.
Ahora, mi lado realista, (ese que yo llamo mi YinYang) me pide que sea sincera y recalque que cuando no te sientes «equilibrado» si sientes el dolor con toda su intensidad, todo lo demás se diluye y estás totalmente enfocado en eso, ese terror, esa angustia, esa desazón. Pero a pesar de eso, también notas que no estás totalmente solo, y que el hecho de que te estés encarando a ello, es el camino directo para salir airoso.
Si nunca has experimentado lo que se siente al meditar, puedo darte referencias.
EIVIDA
Escuela de Intuición y Vida
Como todo el mundo, he tenido mis decepciones amorosas, problemas familiares, de autoestima, económicos, etc.
Con ello, un buen día que me levanté de muy buen humor y con energías renovadas, me metí en mi móvil y encontré, gracias a una publicación que puso un amigo de Facebook, la oportunidad de asistir gratuitamente a una conferencia un tanto especial.
El lugar estaba abarrotadísimo de gente, no cabía un alfiler. Pero ese día era uno de esos días escrito en las estrellas. Me moví como una medusa entre el mar de gente, y me senté casi en primera fila de la sala, donde explicaban todo esto de las energías. Me encontré a mi amigo de Facebook ahí sentado, y ambos estuvimos esperando a que nos tocara el turno de que uno de los alumnos veteranos de lo que parecía ser una escuela de intuición (una escuela para aprender a meditar) nos mostrara “la magia”.
Mi experiencia fue así. Me senté delante de una mujer delgada de pelo rizado, que tenía una expresión de alegría muy atrayente en la cara, parecía como si a pesar de tener cerca de 45 años, se divirtiera como una niña.
Me explicó que iba a hacerme una “lectura de la rosa”, que es un símil para visualizar un cuerpo humano y su trayectoria por la vida. Yo tenía que darle permiso, como si fuera una especie de contrato verbal de aceptación de política de privacidad. Me pareció raro, pero tiene sentido.
Comenzó hablando de mis “raíces”, dijo que estaban bien fijas en la tierra, tanto, que me hacían sentir los pies hundidos en arenas movedizas, como dificultando mi caminar.
Yo ya me quedé alucinando solo con eso, ¿cómo lo sabía? Es algo que me ocurría muy a menudo, sobretodo al dormirme y al despertar, o cuando me quedaba navegando entre mis pensamientos.
Continuó diciendo que me estaba preguntando sobre qué quería estudiar, que no me aclaraba con lo que quería que me definiese. Otro bingo.
Dijo que iba a proceder con “el tallo”, y justo entonces dijo que sentía que era grueso, como una armadura, y que mis padres estaban muy cerquita de mí, vigilando, merodeando al rededor… que eso me hacía sentir incómoda y que no podía sentirme libre.
No es que yo tuviera unos padres demasiado sobreprotectores ni nada como aparenta, pero si que sienten miedo por mí por mi forma de ver el mundo, ven que no me siento “normal”, que tengo una forma de ser curiosa y yo sentía que no lo aceptaban.
Luego siguió leyendo la “cabeza de la rosa” y empezó a troncharse de risa, dijo que le había venido una imagen en la mente muy divertida, era la rosa agarrándose a un globo y que quería irse volando con él y diciendo “adióoos”
Ciertamente, así me sentía, quería agarrarme a cualquier cosa que me llevase volando para salir y descubrir el mundo.
Por último, el sol, dijo que, desde una perspectiva amplia, mi rosita (yo) estaba dentro de una cúpula, igual que la rosa del cuento de la Bella y la Bestia. Como si aun estuviera cultivándose como en un invernadero o algo, encerrada en su mundo.
Bueno, fue muy intenso, se me hizo corto e impresionante, dijo en voz alta cosas que yo mínimamente pensaba o sentía y que nunca compartía con nadie, porque eran cosas demasiado personales. Y ella coge, se sienta delante de mí, hace lo que sea que aprendió y lo suelta todo en diez minutos.
Me apunté a esa escuela, obviamente. Se llama EIVIDA y por el momento se encuentra únicamente en Ibiza y País Vasco. Pero los cursos pueden ser intensivos así que, si solo puedes pasarte de manera temporal, está permitido.
Son varios cursos y en el segundo aprendí a superar una relación tóxica, porque ya no es cuestión de que puedas entender el mundo desde cualquier perspectiva, se trata de autoconocerse a sí mismo, solo entonces puedes ayudar a los demás.